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EL CIBERBULLYING EN ADOLESCENTES

Entrevista a Carlos P. Zalaquett

El Dr. Carlos P. Zalaquett, Presidente de la Sociedad Interamericana de Psicología (SIP) y Catedrático de la Pennsylvania State University (Estados Unidos), visitará España para participar en el XIII Congreso Internacional de Psicología Clínica, que tendrá lugar en Santiago de Compostela del 11 al 14 de noviembre de 2020. Aprovechando su visita, Juan Carlos Sierra, Vicepresidente del Comité Organizador del Congreso, le ha realizado la siguiente entrevista.

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ENTREVISTA

Antes de nada, en nombre del Comité Organizador/Científico quiero agradecerle su participación en el XIII Congreso Internacional de Psicología Clínica, que se celebrará del 11 al 14 de noviembre en Santiago de Compostela (España). Es un honor contar con su presencia en este evento, en el que intervienen ponentes de distintos países, y cuenta con la colaboración de múltiples asociaciones y sociedades científicas nacionales e internacionales.

Muchas gracias, Dr. Sierra, le agradezco mucho la invitación a usted y al Comité Organizador del Congreso Internacional, pues es un honor poder participar en este importante evento, el cual tiene una distinguida trayectoria internacional y aborda una variedad de temáticas y ponentes nacionales e internacionales. 

Usted es el actual Presidente de la Sociedad Interamericana de Psicología (SIP), una de las Sociedades que colabora con el XIII Congreso Internacional de Psicología Clínica. Se trata de una Sociedad científica y profesional fundada hace ya casi 70 años con el objetivo de promover el intercambio entre los psicólogos de los países americanos. ¿Podría describirnos brevemente en qué medida la SIP contribuyó al desarrollo de la Psicología en el continente americano?

Sí, estamos a meses de cumplir nuestros 70 años y me da mucho gusto compartir que, desde su fundación en 1951, la SIP ha establecido redes de comunicación y colaboración entre los psicólogos del Norte, Centro y Sur América y el Caribe, incrementando de este modo el intercambio académico, profesional y de investigación entre las naciones de las Américas y el mundo. Esto ha llevado a un avance de la profesión, a un mejor entendimiento internacional y a una mayor comprensión de las diferencias culturales de toda la región. Una de las formas en que la SIP promueve la investigación y el progreso de la disciplina es a través de sus congresos interamericanos y congresos regionales y, más recientemente, la primera conferencia virtual internacional y el próximo congreso virtual de Psicología. Otra de las formas son los premios estudiantiles de investigación en Psicología, tales como el premio Ignacio Martín Baró, que se entrega a estudiantes de Pre y Postgrado, los premios interamericanos de Psicología otorgados a científicos y profesionales por sus destacadas contribuciones a la Psicología como ciencia o como profesión, y el premio José Miguel Salazar dado por la Revista Interamericana de Psicología (RIP) al mejor artículo publicado. El fruto de toda esta labor se ve reflejado en la calidad de las publicaciones de la RIP (https://journal.sipsych.org/)  y en el Boletín de la SIP (https://sipsych.org/publications/sip-bulletin/), que también contribuyen al desarrollo de nuestra profesión. Como puede ver, hemos permanecido fieles a nuestros objetivos y los hemos expandido a través de la incorporación de nuevas tecnologías virtuales para apoyar actividades tales como nuestros congresos y la diseminación de información, como los documentos en respuesta a la pandemia creada por el COVID-19.

Como sabe, desde hace algunos años, la SIP es una de las instituciones científicas internacionales que viene colaborando con el Congreso Internacional de Psicología Clínica que se celebra anualmente en España. ¿Cuál es el papel que desempeña hoy la SIP en el ámbito de la Psicología mundial? ¿Qué vinculación mantiene con instituciones y asociaciones profesionales de otros países, como por ejemplo, España?

La SIP tiene un rol esencial en el ámbito de la Psicología mundial y participamos en muchas iniciativas internacionales. En efecto, la SIP es la Sociedad interamericana de Psicología más conocida y activa en Latinoamérica, y representa a la Psicología como ciencia y como profesión en América del Norte, América Central y el Caribe y América del Sur. Además, es la Sociedad más antigua que reúne a los psicólogos de habla castellana y portuguesa. La SIP ha contribuido fuertemente al crecimiento de la Psicología interamericana, que ha tenido un gran aumento de publicaciones en los principales idiomas de Latinoamérica (es decir, el español y el portugués), encuentros internacionales y proyectos de cooperación para la investigación, formación de profesionales, y formación de nuevas asociaciones de Psicología en las últimas décadas, todo lo cual facilita las interrelaciones entre profesionales y grupos alrededor de intereses comunes. 

La SIP ha contribuido activamente a este crecimiento de la Psicología en Latinoamérica, sobre todo por sus instancias de intercambio con las Sociedades de Psicología regionales e internacionales. La SIP es un miembro afiliado de la International Union of Psychological Sciences (IUPsyS) y tiene relaciones colaborativas con otras sociedades, como la American Psychological Association (APA), la International Association of Applied Psychology (IAAP), la International Association for Cross-Cultural Psychology (IACCP) y, por supuesto, el XIII Congreso Internacional de Psicología Clínica que usted representa. Debido a estas colaboraciones hemos tenido una fuerte representación de profesionales de España y Portugal en nuestras últimas conferencias, lo que me alegra enormemente. 

A raíz de su respuesta a la primera pregunta, y antes de abordar la temática acerca de la que versará su participación en el XIII Congreso Internacional de Psicología Clínica, me gustaría tratar con usted la actual situación que se está viviendo a nivel mundial. Sabemos que la SIP está teniendo un papel muy activo en dar una respuesta desde la Psicología a la pandemia provocada por el COVID-19. ¿Nos podría indicar qué tipo de acciones están llevando a cabo? En su opinión, ¿qué respuesta debe dar la Psicología a esta situación que estamos padeciendo a nivel mundial?

La SIP tiene un rol muy activo en el desarrollo y socialización de respuestas a los desafíos de la pandemia. Fuimos los primeros en resumir la información inicial y ofrecer lineamientos y sugerencias para le prevención, tratamiento y contención del virus, y de las consecuencias psicosociales de la pandemia a nuestros profesionales. Esto fue seguido por un número especial del Boletín de la SIP informando acerca de temas esenciales en relación con el COVID-19, tales como la asistencia psicológica para el personal sanitario, el peligro de la automedicación, la gestión del trabajo desde casa, y como reducir la violencia intrafamiliar durante este tiempo de confinamiento. Todo esto ha sido complementado con otros ofrecimientos, tales como cursos y seminarios en línea que hemos enviado a través de nuestras vías de comunicación (e-mail y Facebook), así como distintas colaboraciones con organizaciones de Psicología. Durante este tiempo hemos hecho especial énfasis en la preparación de nuestros profesionales para ofrecer telepsicología o tele salud mental, y hemos apoyado todas las iniciativas a este respecto realizadas por miembros de la SIP. ¡Más aun, Zoom se ha convertido en nuestro segundo nombre!

Como Presidente de la SIP y como profesional de la Psicología participo en muchos grupos e iniciativas, y también doy servicios en forma voluntaria a pacientes vía telepsicología. En todas estas actividades continúo descubriendo la magnitud de lo que hacemos y la necesidad de socializar muchos de estos recursos. De hecho, en colaboración con la Oficina de Asuntos Internacionales de la American Psychological Association (APA), la International Union of Psychological Science (IUPsyS), el Colegio Colombiano de Psicólogos (COLPSIC) y la Coordinadora de Psicólogos del Uruguay (CPU) hemos publicado una lista con las páginas Web de agrupaciones de Psicología dedicadas al COVID en las Américas, el Caribe e Iberoamérica (https://drive.google.com/file/d/1WN-3LjH-jfWnFZPJYVXWZ1MNqWBvXblf/view?usp=sharing).  Este es un esfuerzo de gran magnitud realizado con el propósito de facilitar el acceso de nuestras y nuestros profesionales a la información presentada por muchas de estas organizaciones y lograr que estas asociaciones compartan recursos entre sí.

También hemos socializado recursos en varios idiomas, pues tenemos mucha diversidad en nuestros países y es importante adaptar todos nuestros esfuerzos para que alcancen a toda la población, incluidas nuestras minorías y grupos más alienados. Muchos de mis esfuerzos profesionales están orientados a reducir las desigualdades, facilitar acceso y adaptar recursos para que aumenten su alcance y lo hagan respetando las visiones del mundo y valores de las personas, grupos y países con los que interactuamos. Especialmente importante aquí es prevenir el racismo y discriminación a grupos a los que se les culpa sin clara evidencia de producir o estimular la pandemia, tales como las personas de origen chino, los inmigrantes y las personas de bajos recursos. Estos importantes aspectos son compartidos con líderes de organizaciones de la Psicología de muchas partes del mundo.

A nivel personal he compartido muchas de las experiencias y acciones de colegas de todas la Américas y el Caribe y de más de 60 agrupaciones de Psicología alrededor del mundo. Muchas de esas entrevistas han incluido colegas de habla hispana. La entrevista a una colega que está combatiendo el COVID-19 requiere una mención especial, pues nos abre una ventana para aprender directamente del efecto de este virus. La entrevista está disponible en https://sipsych.org/.  

Nuestra primera conferencia internacional, titulada “Respuestas de la Psicología a los retos del COVID-19: una respuesta especial para un tiempo especial”, realizada en colaboración con la Universidad Carlos Albizu y la Oficina de Asuntos Internacionales de la American Psychological Association representa otro gran ejemplo de nuestros aportes. Esta conferencia socializó a través del mundo las innovadoras y efectivas respuestas al COVID-19 implementadas por 29 psicólogos de países que incluían desde China hasta España. Creemos que esta ha sido la primera muestra de intervenciones psicológicas que han funcionado a través del mundo y una clara demostración de lo que somos capaces de hacer.

Como puede ver, el COVID-19 nos afecta a todos, pero no nos detiene. Continuamos trabajando en forma virtual y ya tenemos agendado para octubre de este año un congreso virtual sobre los aportes de la Psicología ante el COVID-19. Claramente, nuestra profesión tiene un rol esencial en nuestro mundo ahora y en el futuro.

Esta pandemia está teniendo y tendrá efectos sobre la salud mental de muchas personas, ha provocado cambios drásticos en nuestra forma de comportarnos, de relacionarnos, en definitiva, en nuestra manera de vivir. ¿Piensa Usted que la Psicología está ante un momento histórico para reivindicarse y mostrarse ante la sociedad como una disciplina científica imprescindible para hacer frente a una situación como ésta?

Muy buena pregunta y la respuesta es SÍ. Piense usted, en estos momentos en que no existe una vacuna para prevenir la enfermedad del coronavirus ni un medicamento para tratarla, queda claro que lo mejor que podemos hacer es prevenir la enfermedad y la manera de lograr esto es evitar la exposición al virus. Todas las medidas con las que contamos para lograr esto requieren cambios en nuestra conducta y todo cambio de conducta involucra aspectos psicológicos. Los cambios de conducta incluyen evitar el contacto con personas enfermas con COVID-19, mantener una distancia de aproximadamente dos metros de las demás personas, cubrirse la boca y la nariz con una máscara en público, lavarse las manos y limpiar las superficies que se tocan frecuentemente. Describir y lograr que las personas se comporten de esta manera requiere una conceptualización psicológica. Esto se ha hecho más y más claro cada día. Nosotros no hubiéramos usado términos como distancia social para educar a las personas a prevenir el contagio, nosotros hubiéramos usado distancia física, y hubiéramos promovido el acercamiento y el aumento de las relaciones sociales, pero, por supuesto, usando medios virtuales existentes, tales como el teléfono y las plataformas virtuales ofrecidas por WhatsApp, Skype o Zoom. 

Más aún, la pandemia ha hecho notar la gran demanda de atención a las necesidades psicológicas de los afectados, y esto incluye las necesidades de los pacientes del COVID-19, el personal sanitario que les trata, sus familias y sus comunidades, y también aquellos afectados por otras enfermedades que están atemorizados por las posibilidades de contagio, así como a todas las personas recluidas en sus casas y sus familiares que están inmovilizados y no pueden ejercer sus labores profesionales, educativas, sociales, etc. Todas y todos respondemos con distintos grados de angustia, miedo, depresión u otras reacciones psicológicas y parte de nuestro papel es normalizar estas reacciones, que en la mayoría de los casos son esperables. 

Los profesionales de la Psicología están contribuyendo en todos los aspectos mencionados, incluyendo la reducción del estigma asociado con la necesidad de asistencia psicológica, y el apoyo a familias y al personal sanitario. Estamos haciendo una contribución esencial en todos los aspectos de tratamiento, recuperación y rehabilitación de pacientes afectados por el COVID-19. Una colega me contaba acerca del trabajo que está realizando en el pabellón de fisioterapia de su hospital, donde asiste a pacientes de coronavirus que necesitan aprender a respirar de nuevo después de semanas de entubamiento. Otro me describía el trabajo con familias que acababan de perder a un familiar querido al que no pudieron visitar o ver debido a las restricciones impuestas por el COVID-19. 

Las psicólogas y psicólogos, equipados con la ciencia y el arte de nuestra profesión construidas a lo largo del tiempo, hemos estado a la altura de estos desafíos y hemos abordado las necesidades psicológicas de las personas, grupos y comunidades afectadas por la pandemia creada por el COVID-19. Somos una de las disciplinas que ha ofrecido muchas de las primeras respuestas a estos desafíos. Nuestros profesionales están integrados en equipos en salas de emergencia, grupos de apoyo a profesionales de la salud, programas psicoeducacionales y tratamientos en línea vía telepsicología, solo por nombrar algunas de las áreas en que participamos. Y todo esto está ocurriendo alrededor del mundo, especialmente alrededor de las Américas y el Caribe.

Sin duda, y tal como lo sugirió usted, la pandemia causada por el COVID-19 ha cambiado el mundo y ha creado un sinnúmero de consecuencias físicas y mentales, preocupaciones financieras y de seguridad personal y social, y muchos nos preguntamos cómo todo esto va a afectar nuestro futuro. Nadie ha visto algo como esto en el pasado, lo que crea muchos desafíos y necesidades de respuestas, y nosotros estamos a la vanguardia ofreciendo respuestas innovadoras y creativas. Nuestra conferencia virtual demostró mucho de lo hecho y las lecciones aprendidas, sobre cuya base continuaremos avanzando lineamientos y soluciones eficaces para las necesidades de las personas, comunidades y sociedades. Creo que es muy importante que le mostremos al mundo la importancia de lo que hacemos.

Usted es Catedrático de la Pennsylvania State University, en donde forma parte del “Programa Counselor Education”, y además es autor de varios libros de prestigio internacional sobre Counseling. ¿Nos gustaría saber cómo puede contribuir el Counseling a que las personas hagan frente con éxito a situaciones como esta nueva forma de vida (en España se habla de “nueva normalidad”) asociada a la pandemia causada por el COVID-19? 

Sí, yo soy catedrático en el Departamento de Psicología Educacional, Consejería y Educacion Especial en The Pennsylvania State University (afectuosamente conocida como Penn State), en donde co-coordino el programa Clinical Mental Health in Schools and Communities. También soy Profesor Invitado en varias Universidades. Una de las mayores contribuciones que hemos hecho con mis colegas es la descripción, enseñanza y entrenamiento de las microhabilidades (microskills) que son fundamentales para el establecimiento de la relación y el logro de la efectividad terapéutica en consejería y psicoterapia. Estas habilidades, que permiten el escuchar activamente y el construir nuevas posibilidades junto al otro, van a ser fundamentales para la construcción de la nueva normalidad que usted menciona y nos van a permitir reestablecer las relaciones sociales tan gravemente afectadas por las restricciones impuestas por la pandemia. De hecho, las microhabilidades terapéuticas han sido usadas por nuestros profesionales en sus respuestas a los desafíos del COVID-19 y lo continuarán haciendo. Por ejemplo, la Guía para el abordaje no presencial de las consecuencias psicológicas del brote epidémico de COVID-19 en la población general, desarrollada por nuestros colegas de la Universidad Complutense de Madrid, indica claramente que “en el entorno online y telefónico es fundamental mantener y adaptar las habilidades comunicativas terapéuticas básicas para permitir el desarrollo y mantenimiento de la alianza terapéutica”. El escuchar activo, la empatía, el reflejo de emociones, la síntesis y el reencuadre, por mencionar algunas, van a facilitar también la comunicación social. La conferencia internacional Intentional Responses to the COVID and Racism Pandemics and the Role of the Listening Skills (https://coherentdigital.net/eventsmico) mostró como estas habilidades han sido fundamentales para muchos programas diseñados para responder a los desafíos de la pandemia y el racismo, por ejemplo. Usadas de forma ética, intencional y con respeto a la cultura de nuestros interlocutores seremos capaces de establecer relaciones que respeten la diversidad y los valores de las personas, y nos ayuden a reinventarnos en una sociedad más integrada y justa. 

Centrémonos ahora en su intervención en el XIII Congreso Internacional de Psicología Clínica, una de sus actuales áreas de trabajo: el ciberbullying. En la última década se han publicado cerca de dos mil artículos científicos sobre este tema, lo que evidencia su enorme relevancia en la actualidad. Me gustaría que nos hablase acerca de la importancia y magnitud que esta problemática tiene a nivel mundial.

Sí, la investigación en el área de ciberbullying, también conocido como ciberacoso o acoso cibernético, se ha multiplicado enormemente en la última década, lo que es entendible dada la magnitud de esta problemática. La victimización por ciberbullying es muy frecuente entre los adolescentes de todo el mundo y produce nefastas consecuencias psicológicas y sociales, que van desde la depresión al bajo rendimiento académico y hasta el extremo del suicidio. En promedio, un 30,50% de los adolescentes de 12 a 17 años sufren este tipo de acoso según el estudio de Biswas y colaboradores publicado este año en EClinicalMedicine (véase  Biswas et al.,  2020). Esto convierte al ciberbullying en un importante factor de salud física y mental durante la adolescencia. Por supuesto que hay una gran variación en la prevalencia de este tipo de acoso alrededor del mundo, pero los estudios como el mencionado demuestran que un gran número de adolescentes sufren este tipo de violencia en todos los países. Más aun, afecta a adolescentes de todo nivel social y económico. 

Dada la magnitud y gravedad de esta importante problemática, y el incremento de las relaciones virtuales forzadas por las restricciones impuestas por el COVID-19, solo podemos esperar un incremento en su prevalencia y sus consecuencias. También podemos esperar un aumento de las investigaciones, programas de intervención y estudios sobre los resultados de las intervenciones que formulemos. Esto último es esencial para lograr establecer soluciones basadas en evidencia.

Precisando un poco más esta cuestión, ¿se trata de un fenómeno que comparte las propiedades de otros tipos de acoso tradicional o estamos ante una problemática singular con unas características diferenciales propias y que, por tanto, se debe abordar de manera distinta a otras modalidades de acoso?

Muy buena pregunta. Me hizo recordar una conferencia sobre ciberbullying que di algunos años atrás en un país de muy bajos recursos. Durante el intermedio los periodistas cuestionaron mi presentación argumentando que no había suficientes computadores disponibles en las escuelas de su país para que los estudiantes pudieran acosar virtualmente a otros. Afortunadamente quedaban cerca de 400 profesores en el auditorio, que representaban a escuelas públicas y privadas de todos los segmentos económicos; así que, usando el micrófono, les pregunté si algunos de sus estudiantes habían sido acosados usando teléfonos celulares. La mayoría indicó que sí y que los ataques habían incluido fotos denigrantes o comprometedoras y mensajes agresivos o calumniosos. ¡Por supuesto que yo me preparo antes de viajar a cualquier país, así que pude agregar que el ciberbullying no necesita de una computadora y que la mayoría de los estudiantes en todo nivel socioeconómico en ese país tenían celulares!  

Este ejemplo muestra que el ciberbullying puede ocurrir en todo país y a través de todos los segmentos sociales. La investigación actual confirma esto e indica que ocurre más frecuentemente en países menos desarrollados. Dada la ubicuidad de medios para acosar cibernéticamente, este es un fenómeno en el que puede actuar cualquier adolescente que tenga un mínimo conocimiento o habilidades tecnológicas, sea pobre o rico, débil o fuerte, que cree que tienen inmunidad y privacidad en sus acciones y que hace mucho daño, todo lo cual crea una realidad que debe ser abordada de forma diferente a otras modalidades de acoso. Por supuesto que todo esto se debe estar agravando más ahora debido a que la plataforma virtual es la forma más utilizada entre los adolescentes para comunicarse dadas las restricciones a la comunicación presencial impuestas por la pandemia.

Concretamente, su intervención en el XIII Congreso Internacional de Psicología Clínica se centrará en el ciberbullying en adolescentes, una población de riesgo. Partiendo de que es una problemática compleja, que implica al menos a dos actores (perpetrador y víctima), ¿nos podría describir brevemente un perfil de ambos? ¿Qué factores de riesgo, o causales, hacen que un adolescente se acabe convirtiendo en agresor o en víctima? ¿Qué efectos tiene el ciberbullying en adolescentes víctimas?

Tiene toda la razón, es un fenómeno muy complejo que se ha estudiado usando diversidad de metodologías, grupos e instrumentos de evaluación. Además, la disposición de medios para acosar cibernéticamente, y el mínimo conocimiento para usarlos, hace que cualquier joven puede transformarse en un acosador cibernético o instigar un ciberbullying grupal, con el consecuente daño al blanco de tal acción. Más aun, los participantes pueden categorizarse en más de dos grupos e incluir ciberacosador, cibervíctima, ciberacosador/cibervíctima y espectadores (bystanders), que pueden permanecer indiferentes, reforzar el ciberbullying apoyando al acosador o participando en el acoso, o pueden defender al blanco del ciberbullying. Las cibervíctimas sufren menos ansiedad y depresión cuando los espectadores los defienden. 

Todo esto sirve para subrayar lo difícil que es lograr un perfil específico y global de los participantes en el mundo del ciberbullying. Algunos investigadores sugieren que no hay un perfil único de los jóvenes involucrados en ciberbullying. Pueden tener buenas relaciones sociales o ser marginados de estas y pueden ser acosados por otros y transformarse en acosadores o viceversa. Los jóvenes que intimidan a los demás y son acosados corren el mayor riesgo de padecer problemas conductuales, de salud mental y académicos.

Si usamos una visión bioecológica del desarrollo humano, tal como la propuesta por Bronfenbrenner (véase Bronfenbrenner y Morris, 2006), entendemos que las conductas de los distintos actores en el ciberbullying están moldeadas por los múltiples sistemas ecológicos en los que se encuentran inmersos, de manera que el estudio de estas influencias debe incluir las competencias intrapsíquicas (por ejemplo, agresividad y complejidad cognitiva), las variables interpersonales (por ejemplo, familia y pares) y variables extra-personales (por ejemplo, sociales y culturales) para entender el comportamiento de estos actores, lo que implica que las características nacionales y culturales de los distintos países y grupos van a influir como los jóvenes usan Internet y participan en estos distintos roles. Investigaciones recientes sugieren diferencias en estos perfiles entre los distintos países.

Creo que el uso de una perspectiva bioecológica nos va permitir profundizar en la comprensión del ciberacoso entre adolescentes y mejorar los programas preventivos y de intervención en escuelas. Mientras avanzamos en esta dirección, podemos destacar algunos lineamientos generales que pueden servir de guías para la implementación de programas de prevención en distintos países. El ciberacoso afecta a los ciberacosadores, cibervíctimas y espectadores, aunque con distintos perfiles. Por ejemplo, estudios como los de Ansary (2020), Cañas et al. (2019) o Livazović y Ham (2019) muestran que los ciberacosadores y las cibervíctimas tienden a mostrar mayor estrés, síntomas de depresión, ansiedad, soledad, hostilidad, sensibilidad interpersonal, paranoia y conductas suicidas, y tienden a usar drogas y experimentar un menor autoconcepto que los jóvenes que no participan en el ciberbullying. En general, estos actores informan baja satisfacción con su vida familiar, social y académica. Los chicos tienden a acosar más que las chicas. Todos tienden a usar el teléfono celular, el ordenador y la tablet, y pasan mucho más tiempo conectados virtualmente que otros jóvenes. Factores como la familia, la escuela y la relación con pares protegen del ciberbullying. Sabemos poco del ciberbullying basado en prejuicios, pero tenemos evidencia de que distintos grupos, como las minorías étnicas, la comunidad LGBTQI, y las personas con discapacidades tienen más riesgo de ser víctimas de ciberbullying y debemos estudiar más el rol de los prejuicios culturales. 

En su Conferencia presentará los resultados de un programa de entrenamiento integral en ciberbullying. ¿Nos podría describir a grandes rasgos en que consiste dicho programa? ¿Puede adelantarnos algún resultado significativo?

Permítame partir mencionando que nuestro trabajo con la Dra. SeriaShia Chatters-Smith cambió radicalmente en 2014 cuando llegamos a la conclusión de que el ciberbullying continuaba desde la escuela a la universidad y que los factores multiculturales tenían un rol prominente en el acoso (véase Zalaquett y Chatters, 2014). Lo denominamos bias-based bullying or prejudicial bullying (acoso basado en prejuicios o acoso perjudicial). Desde entonces integramos en nuestro trabajo estrategias para prevenir ambos, el ciberacoso y los prejuicios culturales, y los aplicamos a todo nivel, desde estudiantes a profesores y educadores. Uno de los primeros resultados significativos provino de una capacitación sobre el acoso escolar en la que integramos la prevención del acoso escolar y la reducción de prejuicios. Los participantes redujeron sus prejuicios e incrementaron su conocimiento sobre el acoso, un resultado que se observó al final del programa y del seguimiento, dos meses después. El grupo control no mostró ninguno de estos cambios. Desde entonces hemos observado cambios similares en todos los niveles de aplicación del programa, demostrando un impacto positivo y sostenido del programa integrado.

En este contexto de intervención, un reciente meta análisis de programas de prevención e intervención en ciberbullying en escolares (Gafney et al., 2019), publicado en la revista Aggression and Violent Behavior, concluye que los programas revisados son efectivos, pues reducen la perpetración del ciberacoso en un 20% y la victimización por ciberacoso en un 15%. ¿Qué piensa de estos resultados? ¿Cómo se podría mejorar la efectividad de estos programas?

El trabajo de Hannah Gaffney y colaboradores reporta que los programas para prevenir el acoso reducen la perpetración de acoso escolar en un 19-20% y la victimización en un 15-16%. Sus resultados confirman que los programas de prevención son efectivos, pero también demuestran que estos efectos varían mucho de programa a programa, e incluso dentro del mismo programa cuando se aplica en diferentes escuelas. La mayoría de los investigadores mencionan la heterogeneidad de programas, definiciones y mediciones para explicar estas diferencias. Nosotros creemos que los resultados de las investigaciones muestran lo prometedores que son los programas existentes en la reducción del acoso y el ciberacoso, pero también indican que los resultados son inconsistentes, y nosotros hipotetizamos que esas diferencias se deben a la falta de integración de la prevención de la discriminación, sesgos y prejuicios con la prevención del acoso escolar (véase Chatters y Zalaquett, 2018).

Incidamos un poco más en el interesante campo de la prevención. Una línea de trabajo fundamental en el ámbito del ciberbullying debería ser la prevención, en donde nos encontraremos con múltiples actores (padres, maestros, grupos de iguales, etc.). ¿En qué contextos habría que incidir? ¿Qué elementos debería incluir necesariamente un buen programa de prevención del ciberbullying?

La investigación en prevención claramente demuestra la necesidad de utilizar programas comprensivos y estratificados, que incluyan varios niveles de atención y que se centren en estudiantes, profesores, otro personal, otros adultos (por ejemplo, familiares), la escuela y la comunidad. En un primer estrato, estos programas pueden incluir el espacio virtual de la escuela (páginas Web) para comunicar la valoración de conductas prosociales y positivas, un sistema de evaluación y monitoreo de conductas acosadoras y de los espacios virtuales donde el ciberbullying ocurre, un programa de desarrollo de conductas prosociales y habilidades académicas, y una comunicación de expectativas y reglas de conducta, y consecuencias asociadas con el ciberbullying. Un segundo estrato puede incluir acciones para asegurar un ambiente seguro y solidario en las aulas, cuando se detecten estudiantes en riesgo de involucrarse en ciberbullying; se pueden ofrecer lecciones educativas y tiempo para hablar de ciberbullying escolar y de la comunicación efectiva, y para discutir estrategias para responder al acoso cibernético. El tercer estrato puede incluir programas para responder a casos de ciberbullying y trabajar con los ciberacosadores, cibervíctimas, espectadores y sus familias. Nosotros, a estas intervenciones estratificadas agregamos la integración de programas de prevención de la discriminación y reducción de prejuicios, dada la fuerte relación que vemos entre sesgos y acoso. Por supuesto que como profesionales también debemos abogar para que los Departamentos de Educación y los Ministerios de Educación de cada país establezcan legislación que promueva y apoye la aplicación, estudio y actualización de estos programas. 

Ya para finalizar. Nos gustaría conocer su opinión acerca de la reciente línea de trabajo que relaciona cerebro y ciberbullying. Se acaba de publicar un artículo en la revista Aggression and Violent Behavior (McLoughlin, Shan, Broadhouse, Lagopoulos et al., 2020), en el que se describe un protocolo de resonancia magnética funcional para dilucidar los fundamentos neurobiológicos del ciberbullying mediante la exploración de respuestas cerebrales. ¿Qué piensa acerca de esta línea de investigación que está todavía por explorar? ¿Qué avances puede suponer esta vía en la compresión y abordaje del ciberbullying?

Como lo he mencionado en presentaciones y publicaciones, la Neurociencia está confirmando la efectividad de nuestras prácticas y el efecto que tienen en el cerebro. ¡Nuestras intervenciones no solo cambian la mente, sino también el cerebro! El otro lado de este descubrimiento es que las experiencias negativas intensas o recurrentes dañan el cerebro y reducen la salud mental de las personas. El ciberacoso intenso y repetido no puede ser una excepción, por lo que el trabajo realizado por Larisa McLoughlin y colaboradores es muy importante, pues puede ayudar a dilucidar que partes del cerebro están involucradas en esta conducta y darnos nuevas herramientas para entender y reducir su ocurrencia. De hecho, este equipo de investigadores publicó el año pasado un estudio piloto identificando las partes del cerebro de los espectadores (bystanders) que respondieron a fotos de acoso, pero no respondieron a fotos neutras, tales como el middle temporal gyrus izquierdo y derecho, el cerebelo y vermis y el putamen (véase McLoughlin, Shan, Broadhouse, Winks et al., 2020). La integración de las Ciencias Sociales y la Neurociencia puede darnos importantes claves para entender el impacto del bullying y ciberbullying en el cerebro de los adolescentes, y puede guiarnos en el desarrollo de intervenciones innovadoras y ayudarnos a entender los efectos a corto y largo plazo de ambas formas de acoso. El trabajo en nuestro Brain-Based Laboratory apoya el avance en esta dirección y ofrece otra razón más para apoyar este tipo de estudios. Sabemos que los autoinformes no siempre revelan las respuestas reales de las personas. Una persona puede decir que sigue todos los preceptos y conductas requeridas por su religión, pero no participa en ninguno de sus requeridos ritos. Nosotros hemos estudiado la expresión de preferencias en el cerebro usando nuestro modelo de toma de decisiones (véase Collura et al., 2014) y hemos confirmado en el laboratorio que el cerebro tiende a responder de forma asimétrica a ciertos estímulos, demostrando acercamiento o rechazo, y que esas respuestas cerebrales difieren de las respuestas informadas por los participantes. Estamos en el proceso de publicar nuestros estudios sobre la toma de decisiones éticas y la evaluación de preferencias por diferentes grupos raciales. Creemos que la evaluación de respuestas cerebrales puede darnos otra manera de evaluar las preferencias espontaneas de las personas. Así que veo que esta línea de investigación puede ofrecernos nuevas formas de estudiar las respuestas de los distintos grupos involucrados en acoso y ciberacoso.

Dr. Zalaquett, le reitero mis agradecimientos por su participación en el XIII Congreso Internacional de Psicología Clínica. Esperamos con mucho interés su Conferencia y nos veremos en Santiago de Compostela, ciudad milenaria, que no sé si conoce, pero estoy convencido de que le encantará. No sé si quiere añadir algo más.

Muchas gracias por la invitación a participar. Me siento muy honrado, especialmente porque el estudio del acoso en todas sus formas tiene gran importancia en España y sus investigadores representan uno de los grupos que más investigaciones producen en el mundo en este tema. Así que el agradecimiento es todo mío y también me dará mucho gusto poder conocer la hermosa ciudad de Santiago de Compostela y aprender de su milenaria historia.

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